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Celestino Vegas, la incógnita




Imposible negar lo evidente. Celestino Vegas no solo ha visto refrendada la gestión de su Ejecutiva -130 votos a favor frente a 79 en contra y 30 abstenciones-, sino que también ha renovado su cargo como Secretario General de la Agrupación Local de Badajoz. La militancia ha hablado a través de las urnas. La mayoría no solo aprueba su anterior gestión, sino que también desea que Celestino siga liderando el PSOE de Badajoz. Esta es una realidad inapelable y rotunda. Hasta aquí los hechos irrefutables. Ahora bien, más allá de lo sucedido cabe hacer un análisis sosegado y profundo. No hay que confundir la superficie de los hechos con sus causas. Existen numerosos factores internos que explican -aunque no justifican- el trasunto político del PSOE pacense. 

En primer lugar, cabe reseñar que el acto de elección de Secretario General ha revelado el interés de la militancia por participar y debatir el futuro de su Agrupación; la participación ha sido una de las más altas en mucho tiempo. 351 votantes de un total de más de 550 militantes afiliados. Sin embargo, esta alta participación no se produce en virtud de la capacidad de la anterior Ejecutiva de aglutinar el interés de su militancia; más bien obedece al ambiente de incertidumbre que se vive dentro del partido y del bullicio de ideas y propuestas que alimenta esta inquietud. La presencia de dos candidaturas alternativas demuestra, pese a los resultados, una necesidad de renovación interna en el seno de la Agrupación. Celestino ha ganado, pero con un apoyo insuficiente (43% de los votos) que de seguro no le hará fácil presentarse ante el sustituto de Celdrán con la suficiente legitimidad moral. Un liderazgo sólido hubiese requerido que Celestino fuese capaz de ganarse la confianza de la mayoría de la militancia, pero no solo no ha sido así, sino que además de esto dos candidaturas con un perfil renovador han plantado cara a lo que ellos mismos denominan una gestión verticalista, incapaz de ilusionar a la militancia y de generar vida de partido. 

Nadie es tan iluso como para pensar que de la noche a la mañana la gestión de la nueva Ejecutiva va a cambiar significativamente, al igual que sería absurdo pensar que los integrantes de la militancia que rodea a las otras dos candidaturas, pese a la lealtad que deben al partido, van a ver con buenos ojos lo que hasta ahora han analizado como un gestión pusilánime y carente de carisma. La realidad no se parece en nada a la pretendida puesta en escena que es de esperar pondrá en marcha el aparato del partido para ofrecer de cara a la galería una imagen naif de unidad interna y liderazgo incuestionable. El PSOE de Badajoz está vivo, es cierto, pero lo está por su militancia, no por la gestión de su anterior Ejecutiva. Lo está porque los socialistas de base desean participar activamente de la vida del partido, desean dejar de ser tomados por los órganos socialistas como meros instrumentos pasivos, al son de intereses estacionales. La unidad interna del partido solo es posible si la nueva Ejecutiva es capaz de alimentar la participación de su militancia, de crear equipos de trabajo político dentro de la sede, de recuperar la política real, a pie de calle, al servicio de la ciudadanía. Hasta hoy, por mucho que la mayoría de militantes haya aprobado la gestión de Celestino Vegas, el que escribe no ha visto voluntad ni hechos comprobables que demuestren que nuestro actual Secretario haya sido capaz de convocar en torno suyo un liderazgo compartido, un rearme político dentro de la Agrupación. Dos candidaturas a la Secretaría lo confirman, las dos con programas políticos en los que el eje esencial se centra en la participación de la militancia y la recuperación de liderazgo político.

Soluciones: solo veo dos, y ambas improbables. Una de ellas pasa porque Celestino se despierte mañana abducido por una fe renovadora y decida generar a su alrededor un liderazgo compartido, una recuperación del tejido social que hasta ahora no ha sido capaz de atraer. Todo es posible, aunque yo no apostaría por ello. La otra solución consiste en que Celestino Vegas se vea abocado a dimitir, a reconocer la inconsistencia de su liderazgo y la incapacidad de ofrecer de cara a futuros comicios un proyecto político que ilusione a la militancia y, por extensión, a la ciudadanía. Esta solución, pese a que para muchos militantes sería la salida más honrosa y el escenario más prometedor, no estaría bien vista por los órganos regional y autonómico del partido; generaría un ruido que cuestionaría a su vez el liderazgo de Lemus y Vara, y presentaría al PSOE extremeño como una casa desunida y sin un proyecto sólido y consensuado. Luego el escenario futurible más probable será mantener las apariencias, hacer como si nada haya sucedido y presentar al partido como un remanso de paz y amor, deshaciéndose de todas aquellas contingencias que afeen su imagen pública. Algo se mueve en el PSOE, pero a mínimo que asoma su cabeza, el implacable cazador dispara y atina.

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