Una encuesta no revela la opinión del conjunto de la militancia. Si lo que querían es saber qué candidato queremos las bases, deben convocar un proceso de elección democrática. Aunque es evidente que provoca la reflexión y el debate, una encuesta solo revela intenciones de un espectro reducido de militantes (1162 para ser más exactos) y fácilmente es excusa para que cada grupo de poder las interprete a mayor gloria de sus intereses.
La militancia no quiere encuestas, quiere un proceso transparente y horizontal de toma de decisiones y participación. Si esta encuesta es un gesto hacia ese paso, bien. Si no, seguimos por mala senda. Que la militancia pueda elegir a su Secretario General y a su candidato a la Presidencia, en listas abiertas y sin delegados, con posibilidad de que un voto represente la voluntad de un militante, es un buen comienzo.
Esto obligaría a centrar las campañas de partido en la explicación a la militancia del programa de cada candidato, y evitaría pactos soterrados, grupúsculos de influencia. No digamos la gran utilidad que una elección abierta supondría para la democratización del partido y la participación directa de sus militantes.
La misma encuesta revela la demanda por parte de las bases de un viraje profundo en las formas de participación y toma de decisiones dentro del partido, así como un claro rechazo a la gestión (interina) de Rubalcaba. A nivel regional, provincial y local cabría una reflexión similar. Las viejas fuerzas de poder internas en el partido prevalecen aún en las grandes ciudades y, por extensión, en cada provincia y a nivel autonómico. Es necesaria una profunda renovación, no mero maquillaje y pirotecnia.
En Badajoz, entre un 30% y un 40% de los militantes de la agrupación local tienen intereses dentro de la Diputación. Su clientelismo marca los resultados en las votaciones a secretario local. (Y eso sin añadir la influencia que ejerce el sector sindical). Sin embargo, el apoyo real de estos militantes en el día a día del partido es anecdótico. La militancia de base sin intereses creados poco puede hacer para frenar esta oligarquía. Esta fue una de las razones por las que la candidatura de Celestino Vegas ganó hace unos meses las elecciones a secretario de la Agrupación de Badajoz. Aún así lo hizo por un margen exiguo, que es ya de por sí un aviso urgente a navegantes. Los polos de influencia empiezan a virar; quienes antaño eran vistos como garantes de apoyo y fidelidad sobreentendida dentro del aparato del partido, ahora se enfrentan a una militancia reactiva, que crece y demanda nuevas formas, o que, escéptica y cabreada, realiza un sonoro corte de mangas, dando de baja su militancia. Devolver el poder a una militancia limpia de intereses, ajena al reclamo del cargo, es un objetivo urgente si deseamos que la ciudadanía perciba en el partido algo más que los vicios acumulados durante décadas.
En lo que se refiere a Badajoz, nadie que no tenga intereses creados dentro del partido (que aún son pocos, pero crecen) tiene puestas sus esperanzas en la candidatura de Celestino Vegas para la alcaldía de Badajoz, y más arriba, observa con escepticismo e inquietud el modelo de liderazgo de sus representantes socialistas. El mismo Rubalcaba debe reconocer su interinidad como Secretario General, ante la exigencia de una militancia que pide a gritos ¡más madera!
Ni siquiera un proceso de elección abierta de dirigentes asegura a la militancia un cambio sustancial en la vida interna de las agrupaciones, si además de esto no se cambian las formas de liderazgo que a menudo caracterizan a las secretarías locales, apoyadas con ceguera por la provincial y la regional. La transparencia y la participación deben llegar a nivel local, o de nada habrá servido crear un espectáculo de democracia formal con el que encandilar a ingenuos.
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