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Primarias en Badajoz: el corazón de las tinieblas



Defiende el señor Vegas, arrogante y autocomplacido, su precandidatura ante los medios, sin necesidad de recurrir al 'comodín de la abuela', bajo el argumento de que la experiencia es el mejor aval. Quizá lo sea para un secretario local y portavoz su grupo municipal que tenga a sus espaldas un currículo meritorio ante la ciudadanía, pero no es el caso, ni siquiera entre los suyos. El perfil de Celestino Vegas al frente de su agrupación ha estado caracterizado por la indolencia y una falta de sensibilidad consciente hacia las demandas de la ciudadanía. Vegas no posee madera de líder colaborativo, y mucho menos como reformista convencido de las formas de hacer política. Y lo sabe. Se ve a sí mismo como un eficaz gestor económico, pero no posee cualidades de liderazgo para fortalecer su agrupación y animarla a construir un proyecto conjunto ilusionante y abierto a la ciudadanía. De hecho, a día de hoy, la agrupación local es una jaula de grillos, necesitada de un liderazgo firme, que aglutine voluntades de servicio y no intereses particulares.

El señor Vegas, pese a seguir gozando del ajustado apoyo de su militancia, heredado de las últimas elecciones a secretario, carece de apoyo moral, y lo sabe. Y mucho menos posee el afecto popular de la ciudadanía pacense. Su carrera política dentro de la agrupación se agota y debe contra viento y marea buscar una estrategia que le asegure su supervivencia dentro de este ecosistema político. Es ahí donde entra la figura de su delfín, el señor Pajuelo, una versión tuneada de su herencia política, que presenta su precandidatura como atajo premeditado que desvíe los apoyos perdidos de Vegas hacia una alternativa dermoestética, aparentemente alejada de las formas y contenidos de su mentor. Una alternativa fingida que de seguro -dejen tiempo al tiempo- no estará exenta de prebendas ulteriores que aseguren la continuación de la carrera política del señor Vegas. Aquellos militantes que en las últimas elecciones a secretario apoyaron una difusa candidatura, opuesta al continuismo conservador de Vegas y al reformismo democrático de Ricardo Cabezas, hoy se alían con Pajuelo con el fin de destronar a Cabezas como peligroso adversario en el camino hacia la candidatura a la alcaldía pacense. No quieren a Vegas, pero sí estarían dispuestos a vender su afecto a favor de un sucedáneo que les asegure un puesto en el partido. Jugar sobre seguro, he aquí la inquietante lógica que subyace a la mecánica de estas primarias. Pero antes hay que quitarse de en medio a Ricardo Cabezas, una apuesta en creciente ascenso, que construyó su proyecto lentamente, pero siempre manteniendo su independencia y negando cualquier apoyo a cambio de cargos internos.

De hecho, recientemente Izquierda Socialista de Extremadura e Izquierda Socialista de Badajoz publicaron en su página de Facebook su apoyo a la candidatura de Pajuelo, una actitud que contraviene los estatutos del partido, los cuales dejan claro que ningún grupo de presión interna debe injerir o influir en el voto de los militantes. Una conducta que de seguro tendría serias consecuencias disciplinarias ante la Comisión de Garantías del partido.



A esto se suma que unos días antes de que terminara el plazo de presentación de avales y horas después de que los cuatro precandidatos presentaran ante la ciudadanía su proyecto político en un acto organizado por el Ateneo de Badajoz, el señor Soriano se alía con el señor Pajuelo, uniendo sus candidaturas en una sola. Un claro desprecio a la confianza que pocos militantes, pero dignos de respeto, habían mostrado hacia la opción de Soriano. Un movimiento de ajedrez que se suma a toda esta trama interna de despropósitos y que alienta la desconfianza. La diversidad de candidaturas en unas primarias es necesaria, pero hay que tener en cuenta que puede ser utilizada como arma a mayor gloria de aquellos que desean ganar a toda costa. Por ejemplo, crear un alter ego que parezca tu anverso, pero que tenga como misión dividir a la militancia y restar votos a un adversario peligroso. Todo menos permitir que una candidatura ajena a la voluntad del secretario local vuele libre y para más inri acabe con tu carrera política por méritos propios.

Dirán mis lectores, después de leer estas líneas, que todo esto pertenece a la categoría de política-ficción, que es difícil o imposible demostrar que el devenir de estas primarias esté marcado por un subsuelo de intereses personales y alianzas bajo cuerda. Y tienen razón; en política, la intención solo se comprueba por desgracia a posteriori, a través de los infaustos efectos que generan los actos humanos. Nunca sabremos si la intención fue ésa u otra, pero sí acabaremos conociendo si los acontecimientos futuros se confabularon o no a favor de este o aquel otro actor que protagoniza este intrigante guión. Nunca lo sabremos, pero podemos estar alerta, pulsar el presente de forma crítica, no aceptar lo que nos impongan como la lectura oficial de unos hechos que como mínimo requieren de la ciudadanía progresista un escepticismo más que justificado.

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