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Cansado




Esta misma tarde he recibido en mi domicilio un burofax remitido por el señor Víctor Manuel Martín Benítez, actual Secretario de Organización del PSOE de Badajoz. Cuál es mi sorpresa que al abrir el sobre me encuentro con la carta que pueden leer más arriba, en la que el susodicho me comunica de nuevo, aunque de una forma más detallada, los hechos que a su juicio constituyen para la Ejecutiva Local razón demás para instruir expediente disciplinario contra mi persona, en virtud de mi condición actual de militante socialista. Ya en julio de este año se me comunicó la intención de abrirme expediente, a lo que respondí inmediatamente con una carta de alegaciones. He esperado pacientemente su resolución; incluso me parecía a estas alturas una broma pesada no haber recibido contestación alguna por parte de la Comisión Federal de Derechos y Garantías. Pero ya veo que palacio actúa con parsimonia, pero con pulso firme.

He de confesar a mis perplejos lectores que esta carta, lejos de haberme causado indignación, provoca en mí sin esfuerzos una honesta sensación de tristeza y cansancio. Hace casi tres años que milito en el PSOE; lo hice, como ciudadano, desde la convicción sincera de dejar de mirar los toros desde la barrera y aportar mi grano de arena en un momento en el que el partido empezaba a apreciar los serios signos de descrédito popular que aún hoy sigue padeciendo. Y lo hice diciéndome a mí mismo que lo haría poniendo en primer lugar los valores demócratas y progresistas en los que he sido educado y en los que creo con firme determinación. Igualmente, estuve, y lo sigo estando, convencido de que el PSOE necesita una profunda reforma interna, que atraviesa no solo personas e ideas, sino también la estructura misma que configura el partido en cuanto a toma de decisiones y roles de poder. Con esta firmeza moral entré en el partido, sin pedir en ningún momento, ni quererlo, formar parte de ningún cargo interno o institucional. Hasta la fecha creo haber servido de ayuda, aportando transparencia y un sentido crítico que a mi juicio es el que debe vertebrar la vida pública de cualquier ciudadano en democracia. Este talante, sin embargo, y a la luz de lo sucedido hasta la fecha, ha servido de escándalo para algunos órganos de dirección del partido en Extremadura, no solo para la Ejecutiva Local de Badajoz, quienes por lo visto han sentido en mi persona una amenaza para la imagen pública del partido. Es en esta percepción en lo único que estos responsables políticos y yo quizá podemos coincidir; también yo tengo la sensación de que ellos son una grave amenaza para la construcción colectiva de un proyecto político digno de llamarse socialista, y por pura coherencia actúo en consecuencia. Lo triste no es que no pocos militantes empiecen a cuestionarse si el PSOE en el que creen dista mucho de ser el que sus ojos atestiguan; lo realmente amargo es que la propia ciudadanía lo crea desde hace mucho tiempo. Los numerosos esfuerzos por parte de una militancia renovadora y con una honesta voluntad de servicio público han sido una y otra vez devastados por la insistente actitud de una oligarquía interna, resiliente a abandonar el poder que atesoran desde décadas y que perpetúan a través de dóciles subordinados, travestidos de impostada voluntad de escucha.

Os lo confieso, compañeras, compañeros, empiezo a estar cansado. No sé si me compensa aguantar tanta insensatez. Cuando un militante pasa de la indignación a una cierta pesadumbre y hastío es que empieza a sentir que tantos esfuerzos quizá hayan sido en vano, que no merezca la pena insistir y sí pasar a formar parte una vez más de la lista incontable de progresistas que, sin dejar de creer en su fuero interno en los valores socialistas, prefieran hacerlo como ciudadanos de a pie y no desde el ejercicio de una militancia sufriente y condenada al ostracismo. No suelo ser de los que toma decisiones en caliente, pero meditaré muy mucho si me merece seguir llevando sobre mis espaldas el peso de mi lucidez.

Gracias por vuestro tiempo y paciencia.

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