Resumía el señor Ramón Jáuregui en un artículo titulado ¿Qué está haciendo el PSOE? los esfuerzos silentes del PSOE por poner en marcha un proyecto renovador que dilucide las claves futuras del devenir del socialismo no solo español, sino también europeo. Al parecer 15 grupos de debate, compuestos por "jóvenes y prestigiosos investigadores y analistas", están consensuando textos políticos que más tarde (se supone) delinearán la base ideológica del partido. Jáuregui confiesa que quizá debieran haber mostrado a la opinión pública este trabajo, a fin de que el PSOE no diera la imagen de permanecer indolente e inactiva ante las circunstancias, y ofrecer a la ciudadanía una alternativa real de futuro. Y no le falta razón. Debe uno rebuscar entre las piedras estos textos, o recurrir a amigos militantes que te los proporcionen.
Es este modelo de comunicación, no solo ante la ciudadanía, sino también hacia militantes y simpatizantes, lo que no es aceptable, o por lo menos resulta insuficiente. No solo debiera haberse proporcionado estos textos en borrador a las bases, sino que se debiera haber arbitrado un formato de reflexión generalizado y horizontal, que vertebrase todo el espectro social del partido. Si se quiere ser participativo, debiera haberse abierto un proceso de reflexión, debate y consenso desde las sedes locales hasta Ferraz. Pero no se ha hecho. En su lugar se sigue el modelo clásico verticalista, que recurre a expertos, a los que se adhiere (con voluntad más impostada que vinculante) la presencia publicitaria de jóvenes promesas. Mal empezamos.
Es evidente que en lo referente a asuntos especializados, a no ser que seas experto en la materia, un militante o simpatizante podrá aportar poco más que ideas furtivas. Y en este sentido, el texto inicial promete. Pero en lo referente al modelo de partido, formas de participación, reactivación de las sedes locales, cambios en el acceso al poder y toma de decisiones, política municipal,... ahí sí que podemos aportar una mirada a pie de calle, más cercana a las demandas reales del futuro electorado. Ferraz abre debate interno con un modelo que obvia a las bases, reproduciendo la sensación generalizada de autismo político y falta de voluntad para realizar reformas realmente profundas y vinculantes. Las formas en los modelos de participación deben ser prioritarias. De lo contrario, la ciudadanía no acabará creyéndose este discurso de renovación. Por otra parte, las bases asisten perplejas a la misma cultura de partido prediseñada desde palacio, sin redes de debate democráticas que generen unidad de discurso desde la diversidad.
Una casa es sentida como propia si todos y cada uno de sus miembros participan en su reforma y sostenimiento. Afianzarse en un modelo de partido vertical es un grave error, y aumenta el descrédito popular. Más aún cuando se insiste en estar construyendo un modelo participativo sin estar realmente haciéndolo. A día de hoy, los militantes y simpatizantes seguimos siendo solo un agente pasivo a la espera de noticias de palacio. Esto no es de recibo, señor Jáuregui. No basta la promesa de unas primarias abiertas como único reflejo de la voluntad de abrir el partido a la participación. Es necesario abrir procesos de reflexión que impliquen y afecten a todos, de los que todos podamos ser parte responsable y comprometida. La estrategia actual reproduce el despotismo ilustrado de antaño y no augura bondades futuras.
La estructura de participación se mantiene incólume, pese al buenrrollismo de Ferraz. Las sedes siguen vacías de debates y renovación de ideas. Los militantes y simpatizantes han de recurrir a otros resortes comunicativos para compartir inquietudes. No es extraño que exista más debate digital que presencial. Las redes sociales hierven de buenas ideas y serios reclamos a Ferraz. Por su parte, la cúpula pensante lanza un proceso de reflexión prediseñado por ellos, adornado con discursos de moda y para de contar. Mientras tanto, en las sedes y barrios, los militantes y simpatizantes gritan: ¡más madera!
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