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Primarias



La hoja de ruta de Ferraz establece que el futuro lider del partido sea elegido el próximo 6 de julio en un congreso extraordinario a través de un proceso de listas abiertas. A título personal, Pachi Vázquez, secretario general del PSdeG, ha pedido al comité gallego su apoyo para que se realice a las bases un sondeo sobre los precandidatos. Esta propuesta pone de nuevo sobre la mesa el debate acerca del modelo de elección abierta de secretario general. A primera vista, la propuesta de Pachi Vázquez suena a estrategia interna más que a una preocupación real sobre la calidad del modelo de primarias. Es más, la misma propuesta de Rubalcaba aparenta más de lo que realmente ofrece.

Imaginen ustedes que se les pidiera a los simpatizantes del PSOE opinar sobre cuál, a nuestro juicio, debe ser el mejor modelo de elección de secretario general, cuál el sistema más democrático, cuál la manera más directa de elegir el candidato que puede representar un proyecto de futuro para el partido y, por extensión, para España. Es muy probable que ustedes demanden, en primer lugar, saber qué socialistas quieren ser candidatos. Faltaría más. Y una vez sabido quiénes, por pura lógica querrían saber qué programa de futuro defienden. Necesitarían un lugar, físico o digital, desde el cual poder leer ese programa. Pero no se conformarían solo con esto; además, querrían conocer a los candidatos, oírles en directo, preguntarles sobre su programa, plantearles las dudas. Si son ciudadanos exigentes, incluso querrían saber con qué equipo cuentan para llevar a cabo este proyecto, si participaron todos en él... Estas condiciones previas resisten sin problemas el sentido común de cualquier ciudadano crítico y responsable. Sin embargo, lo más probable que el proceso de primarias no cumpla con un mínimo de seguridad estas exigencias básicas. 

Las primarias del PSOE dejan poca luz a la esperanza de que el proceso resista lo exigible a un procedimiento democrático veraz. En primer lugar, los candidatos, exceptuando Rubalcaba, del que parecemos adivinar su candidatura, aparecerán tarde y de manera rutilante, sin tiempo a saber de qué va su programa y sin tiempo a explicarlo a los simpatizantes en vivo y en directo. Los programas no responderán a equipos de trabajo previamente creados de manera natural (sin contraprestaciones), sino a acuerdos soterrados que después darán lugar a un programa creado al vuelo por dos o tres amanuenses. El simpatizante no sabrá con seguridad cuál es el proyecto político de los candidatos, salvo por el merchandising habitual: eslóganes de anuncio de coche, insertados en redes sociales; apariciones en los medios para decir frases hechas. Nada nuevo bajo el sol. ¿Qué simpatizante va a querer votar a un candidato del que no se fía, del que no tiene más dato que la capa de pintura mediática que acompaña su estela? 

Unas primarias democráticas deben basarse en el contacto directo de los candidatos con sus electores, con proyectos políticos que respondan a las demandas ciudadanas y que hayan sido elaborados por equipos consensuados que después conformarán ejecutivas competentes. Lo demás es humo. Pedir a los simpatizantes socialistas que pierdan su tiempo en unas primarias prediseñadas a imagen y semejanza de Ferraz es como mínimo una tomadura de pelo. Y lo es no solo para los simpatizantes, también para los militantes.

¿Quién sabe realmente a quién votará? ¿Qué criterios excepto una subjetiva sensación de acercarse a mi propio modelo de partido alentarán el voto? ¿Hay tiempo a estas alturas para asegurar que las primarias respetarán estas condiciones mínimas? Ciertamente no. De hecho, los actuales Estatutos son un impedimento para que estas condiciones tengan acomodo en la realidad. No le falta razón a Pachi Vázquez en una cosa: para asegurar unas primarias democráticas, las reglas internas del partido deben cambiar, los procedimientos que regulan los tiempos deben ser modificados. De lo contrario, es como ponerse la ropa sucia después de ducharse. Si queremos cambiar el modelo de elección, no podemos hacerlo bajo reglas antiguas, procedimientos caducos con los que se elegía con anterioridad. 

Otra cuestión no menos significativa es qué exigencias se pondrán a los simpatizantes para ejercer su voto. ¿Cachearán su alma para saber si es realmente un socialista de pro? ¿O dejarán que vote todo el mundo, sin pedir acreditación ideológica o currículum vitae? En fin. Aunque no hubiera condición alguna, ¿quién querría votar? Hasta los conversos empiezan a tener dudas del partido. No son pocos los militantes que comienzan a pensarse si dejar el carné en vicaría y pasarse al lado de los socioescépticos, o arrimarse a otras formaciones de izquierda en busca del sentido común que no perciben aquí.

Quizá algunos piensen que digo esto para desilusionar. Al contrario, quien escribe cree en un PSOE diferente que no ve ni por asomo. A la estafa se le ve el refajo. De ahí que uno, que no es ni tonto ni crédulo, no pasa por admitir pulpo como animal de compañía. Si no se dan primarias realmente democráticas, con un voto real, un candidato real, un programa real, un modelo de partido realmente participativo, por qué perder el tiempo. Que entre ellos se repartan el pastel y que dejen a la ciudadanía tranquila, que bastante tiene con lo que tiene.

1 comentarios:

  1. ¿Lo del 6 de julio no es en Galicia? Congreso extraordinario tras primarias experimentales.

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